lunes, 29 de abril de 2013

Sus manos...

    El día era gris hacía frío, estábamos en la época en la que el invierno dejaba paso a la primavera, pero aún quedaban manchas de nieve que no se habían derretido. Nuestro acuerdo era que viniese a verme cada tres semanas, dejábamos transcurrir tres semanas y a la cuarta se turnaban, esta vez le tocaba a ella. Visitas que esperaba con gran impaciencia y eso que la regla la había puesto yo, digamos que después de cinco años ya me había hecho a la situación y no sentía esa necesidad de verles cada semana. 

(* ver leyenda......) 

    Ella me esperaba en la puerta principal en un "hall" muy, muy grande decorado con mármol blanco y negro traído de Italia. Fui corriendo a abrazarla volvía a sentir su olor y su calor, por fin. 
    Las visitas no podían ser de más de una hora así que nos fuimos al jardín a pesar del frío, queríamos estar solos y yo salir de ese lugar del cual tantas veces planee escaparme. Había una pequeña pérgola al principio de los largos paseos que bordeaban los jardines en los cuales ya asomaban las primeras hojas de algunos árboles.


La pérgola ahora esta en este estado.
Han pasado 28 años. 
    Nos sentamos ahí intentando resguardarnos, ella me dejo sus guantes de piel con los cuales me encantaba jugar haciendo como que era un bandido. A pesar de los guantes seguía teniendo las manos heladas, sin preguntarme me las cogió y froto con sus manos: "Ves ahora ya están calentitas"! Volví a abrazarla y vi como sus ojos se llenaban de lágrimas. 

    Tan solo ahora después de más de veinticinco años comprendo lo difícil que era para mi madre separarse de su pequeño y verlo cada tres semanas, dejarlo solo en un sanatorio en el que ya llevaba más de cinco años. :´(

*El sanatorio en la actualidad.